domingo, 21 de diciembre de 2008

Llevo Esta

Buscando la Mamadera, entro a la primera farmacia que veo. No tienen. ¿?

Pregunto por otra farmacia, al señor de la primera farmacia: una cuadra y media.

Segunda farmacia: entro y las encuentro, medio escondidas, llenas de polvo. Pienso qué asco. Agarro una Mamadera y un Chupete.

Espero a ser atendida y pienso en que tengo que comprar leche. Igual, no voy a dejar de fumar ahora, la leche se me va a pudrir. Se va a cansar de esperarme. Tengo que comprar miel. Tengo miel orgánica. No, esa no la voy a usar. Quiero usar la miel más rica del mundo para el experimento. La más rica. Y leche entera. No descremada. Para que me llene más. Para sentirme llena con leche que sale de un plástico que trataré de chupar haciendo de cuenta que es agradable, placentero, eficaz, consolador, sustancioso, hermoso, feliz, reconfortante, cálido, suave, amoroso, dulce, blando, dadivoso, especial, chupable. Pero creo que no va a resultar ninguna de esas cosas.


La cajera me cobra. Casi 30 pesos las dos cosas. Ya no lo recuerdo. Mete todo en una bolsa y me la da. Me agradece el cambio. Tiene la voz más temblorosa que he escuchado en mucho tiempo. La voz es parte del cuerpo. Es una parte más del cuerpo. Nadie la nombra como tal. Cuando nombramos partes del cuerpo, yo siempre digo: voz y todos me miran. Y piensan: a lo mejor tiene razón. Sí. Tengo razón. La voz no es una cosa separada de nosotros. Es nuestro aire que vibra.

Salgo de la farmacia. Me tomo un taxi. Llego a casa. Guardo la Mamadera y el Chupete en un cajón.


Ya está.




MT

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