Ahora no sólo espero ansiosamente el último cigarrillo antes de dormir. Ese cigarillo que fumo sola, pensando, cuando todo está en silencio, cuando no tengo que dar explicaciones, ni hablar, ni obedecer.
Pero no es lo único que espero.
Ahora también me pasa eso con la leche.
MT
miércoles, 4 de febrero de 2009
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